La semana pasada comenzamos esta serie de artículos con Dos madres, cinco perros, dos gatos… y el bebé. Hoy continuamos con un tema muy importante, tanto en los bebés como en sus compañeros que van a ser para toda la vida, peludos de 4 patas, la socialización y el destete.
Los perros, los gatos y los humanos pertenecen a especies distintas, pero tienen en común algo fundamental, y es que son mamíferos. Como mamíferos que son, es obligado que pasen una parte de su vida ingiriendo comida procedente de las mamas de sus madres, hasta que se puedan hacer independientes, momento en el cual se irá produciendo un destete progresivo.
Este destete progresivo se produce durante un periodo de tiempo que depende del tiempo de vida de la especie en cuestión. Por ejemplo, en los perros se produce a lo largo de aproximadamente 3 meses, un poco menos en los gatos, y ¿qué decir de los humanos? La OMS y la Asociación Española de Pediatría (AEPED) recomiendan dar el pecho exclusivamente durante los 6 primeros meses de vida del bebé; luego se introducen progresivamente los alimentos, manteniendo la lactancia materna hasta los dos años de edad del bebé. A partir de ahí, hasta que la madre y el bebé lo decidan.
La lactancia materna es a demanda. Si has tenido cachorritos alguna vez, ¿a que no has visto que la perra o la gata miren el reloj a ver si a los cachorros les toca o no la teta? Los cachorritos, ya sean caninos, felinos o humanos, deben saber que cuando lo requieren su madre está ahí, dispuesta a responder y amamantarlos. De esta manera se crían con más seguridad en sí mismos, más independencia, mayor inmunidad y mayor vínculo y conocimiento de su propia especie.
Separar de manera temprana y brusca a un cachorro de su madre es una crueldad, atenta contra los principios del bienestar animal y es traumático.
Durante el periodo en que se lleva a cabo la lactancia y el destete aparece una ventana temporal llamada periodo de socialización o también podemos encontrarlo como periodo sensible o crítico. Es una fase temprana y limitada de aprendizaje intenso, en la que el animal aprende a identificarse con su propia especie (y con otras en algunos casos como en los perros y los gatos domésticos)
A lo largo de este periodo el bebé debe estar con su madre y hermanos de camada. Además, debemos esforzarnos por presentarle la estimulación necesaria para vivir en el mundo que le toque. Esto le proporcionará capacidad de aprendizaje, de reacción, de tolerancia al estrés, inmunidad, seguridad y equilibrio emocional.
Por ejemplo, si queremos que un perro no tenga miedo de los niños, debemos presentarle niños de diversas edades durante su periodo crítico, y que representen experiencias positivas. Debemos generar habituación. Lo mismo debemos hacer con un bebé. Hay que habituarles a los sonidos caseros (aspirador, secador de pelo, lavadora, secadora, televisión, móvil, radio, etc), al coche, a los perros y a los gatos, a ir de visita, a los restaurantes, … Si queremos que nuestro bebé duerma a gusto vaya donde vaya, tendrá que acostumbrarse a hacerlo desde pequeño. Si lo acostumbramos a dormir siempre en absoluto silencio, tendremos un niño que se despertará con cualquier ruido en el futuro.
Aquí tenemos a la pequeña Berta con la aspiradora.
De la misma manera debe producirse una habituación a los gérmenes. Es sabido que el primer mes de vida de un bebé es inmunitariamente débil. Pero un leve contacto con gérmenes desde el primer día hará que el bebé vaya creando sus propios anticuerpos y que su cuerpo sea capaz de luchar frente a los organismos invasores. El día que nace ya se le fuerza a hacerlo en el hospital con la primera vacuna.
La pequeña Berta está a día de hoy muy espabilada. Será que se nos va la mano con la manipulación. 😉 En su primera semana de vida ha ganado casi 500 g de peso, alimentada a demanda con lactancia materna. Por supuesto sus hermanos peludos la saludan a diario (si es necesario cae algún lametón en la cabeza) y algún frotado de marcaje de los gatos. No nos lavamos las manos CADA VEZ que vamos a tocarla. Le encanta el coche de su mami y el carrito y dormir donde sea, ya esté la tele puesta, haya una conversación, perros ladrando o la aspiradora en marcha. Le ponemos música le cantamos y bailamos con ella. A los bebés les gustan los sonidos rítmicos y también los continuos, como la aspiradora o el secador. También hemos descubierto que le encanta flotar en el agua. Así que te recomendamos que llenes bien la bañera a tu bebé, déjala flotar, ya verás qué experiencia y qué relajado se queda.
Sus sentidos activos al nacimiento le ayudan a irse haciendo con el mundo que la rodea, ese nuevo mundo que parece tan hostil. Pero ahí, a 30 cm, está la cara de su madre que siempre la confortará cada vez que lo demande. Puede verla, tocarla, olerla y oirla. La reconoce desde que estaba en el útero. Está programada genéticamente para estudiar su rostro.
Esto es así, es la naturaleza, ¡quiénes somos para contradecirla! Desde aquí te recomendamos que no dejes llorar a tu bebé… ni a tu cachorro… Ya verás el resultado. 🙂
Por Rosana Álvarez Bueno.
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Muy interesante. Acabo de ser madre y si todo va bien mañana me dan el alta y volvemos a casa con el bebé. Me preocupa que mi perro, Rufo, ha estado una semana en casa de una cuidadora y aunque es un perro muy bueno, no se si se pondrá muy nervioso por el reencuentro y la presentación del
pequeño. Tengo muchas ganas de verlo y espero poder manejar la situación! .-
Hola Laura!
Ante todo enhorabuena por tu pequeño. Te pongo un enlace de otro blog donde colaboramos. Hay dos artículos sobre la introducción de un bebé con perros. A lo mejor te ayuda un poco. http://clubdemalasmadres.com/category/mascotas/Saludos! 🙂
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[…] … Continuará en La socialización de los bebés. […]