¿Tienen la culpa los perros potencialmente peligrosos (en adelante PPP) de haber nacido así? ¿Por qué existe una ley que los criminalizar? ¿Por qué existen tantas razas distintas? ¿Por qué algunos perros viven toda su vida sin pisar la calle? ¿Por qué otros la pasan atados a una cadena solos en una casa de campo? La respuesta a todas estas preguntas apunta a una sola especie, y no es la especie canina.
Pongo un ejemplo de una consulta con un perro perteneciente a la raza American bully, que convivía con otro individuo de la misma raza (adoptado a la edad de un año) y con el que tenía problemas de agresividad. Previamente ya venía mostrando algunos problemas con otros perros. Su propietaria me comentaba que sufrían de rechazo social por parte de personas que tienen otros perros y que se apartan al pasar o los miran con cara de asco. Por no hablar de que no pueden ni aparecer en los parques caninos. Progresivamente fueron pasando de no cruzarse ni estar con otros perros a tener que mudarse a una zona apartada en el campo.
Pero este no es el único caso. He tenido bastantes consultas con perros de este tipo de razas y que padecen los mismos problemas, desde cachorros hasta adultos.
Sabemos que existe una ley, injusta, y un real decreto en Andalucía que la aplica, injusto también. Pero después de esto, que es difícil de cambiar, está la injusticia de las personas, que criminalizan injustamente a estas razas.
¿Que tienen una boca muy fuerte? Así es, como otras razas. ¿Que han sufrido muchos cruces? Sí, exactamente igual que otras razas. ¿Que algunos no están educados y juegan a lo bruto? Claro, como tantos perros chicos y grandes. Pero estas cuestiones pueden hacerlos peligrosos a ellos igual que a los otros.
Imagino que sabes qué es el periodo de socialización de los perros y gatos. Si aún no eres seguidor de nuestro blog puedes leer este artículo en el que lo explico. Aunque todos los demás perros de otras razas puedan tener características similares a los PPP, pueden socializarse, siempre que el propietario se implique en hacerlo, claro. Sin embargo los PPP no tienen esta posibilidad, porque la ley y las personas no los deja hacerlo. Es más, aunque de cachorro puedan hacerlo porque su aspecto no es como el del adulto y no provocan ese rechazo, en cuanto empiezan a crecer comienzan a sufrirlo. Y entonces sufren de un proceso de desocialización. Dejan de tener contacto con perros, con personas y con diversos estímulos.
La genética, los cuidados maternales, el juego con los hermanos de camada, la socialización y la educación en positivo son fenómenos, procesos y procedimientos que tienen que ocurrir de la manera más cuidada y estudiada posible en cualquier perro, mediante la implicación directa del propietario y el asesoramiento de un especialista veterinario en conducta y un educador canino en positivo. Con ello conseguiremos que ese perro se acerque lo más posible, conductualmente hablando, al equilibrio.
Pero debe llevarse a cabo durante toda la vida, no vale implicarse 6 meses y luego olvidarse.
El final de la historia es que si un PPP muerde no va a ser lo mismo que si muerde un Chihuahua, claro que no. Pero… ¿y quién tiene la culpa?
Por Rosana Álvarez.
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