Ya sabíamos que el olfato canino es una poderosa herramienta que dota a sus poseedores de una gran capacidad para ganarse la vida y  adaptarse.

Pero hoy vamos un poco más allá. La noticia tiene que ver con la convivencia con los humanos y con esta gran capacidad de adaptación ya citada.

Un estudio reciente llevado a cabo en la Universidad de Emory (EEUU) y publicado en la revista Behavioural Processes, reveló que una zona del cerebro canino asociada a la recompensa responde de una forma más contundente a los olores de los seres humanos que les resultan familiares que a los olores de otros seres humanos.

Podéis leer la noticia completa en español y en inglés.

Los olores conocidos crean en el cerebro del perro un recuerdo positivo de sus dueños y conocidos. Es similar a lo que nos pasa a los humanos cuando olemos una colonia de alguien con el que hemos estado ligados, o una comida que nos recuerda a alguien especial.

En el cerebro se crea una imagen mental de la persona relacionada con el olor.

Por Rosana Álvarez Bueno.

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