Las mudanzas son odiosas, todo el mundo lo sabe. Y hay que pasarlas sí o sí. Crean estrés, ansiedad, agresividad en animales y en personas; y dejan señales físicas y psicológicas en ambas especies. Pero eso sí, una vez pasadas es como cuando se abre el sol entre las nubes un día de tormenta. Como lo prometido es deuda, aquí os cuento la historia de la mudanza para que pueda serviros de ejemplo y además de ayuda si estáis pensando en hacer una o podéis aconsejar a algún amigo o familiar. Pero que quede claro que lo mejor siempre, siempre es consultar a un especialista por tu caso en particular. Ya sabéis que no somos partidarios de dar consejos generales, sino de emitir análisis individuales. Lo primero es escoger bien la empresa que os va a hacer el trabajo. Creedme, la eficacia y la profesionalidad en estos casos es muy bienvenida, y hará que todo vaya mucho mejor.
Elegir la empresa y la manera en que vas a hacer la mudanza será una de las partes importantes que garantizarán que todo salga lo mejor posible, sobre todo habiendo animales y niños de por medio. Si nunca te has mudado antes, pregunta a amigos y conocidos por una empresa que sea de confianza. No escojas la más barata ni la más rápida, sino la que trabaje bien. Una mudanza es un acontecimiento muy estresante. Por muy preparado que lo tengamos, o creamos que lo tengamos, siempre sufriremos estrés. Piénsalo, nuestro hogar es algo a lo que estamos muy aferrados. Y que todas tus pertenencias salgan de ese hogar, se metan en cajas dentro de un camión y sean transportadas a otro sitio que huele a nuevo y suena a hueco, te causa una sensación de desarraigo que merma tu bienestar durante un tiempo variable, dependiendo de cada individuo. Esto nos repercute a nosotros y en mayor medida a nuestros animales. Encontrarse cómodo de nuevo depende mucho de cómo sea tu personalidad. Yo por ejemplo soy muy ordenada. Me gusta que todo esté en su sitio. Por lo que para mí una mudanza es un horror. Necesito que todo esté bien para poder concentrarme y trabajar. Por eso os recomiendo que al menos coloquéis primero el espacio que más os importa. Puede ser la cocina, un estudio donde trabajáis, el comedor, … Lo demás se irá ordenando poco a poco, de menos a más. Y progresivamente irás notando cómo la casa adquiere otra vez la sensación de hogar y deja de sonar a hueco. El mal humor será tu compañero de manera intermitente hasta que te acomodes. Es fundamental que intentes controlarlo y no pagarlo con tu pareja o con tus mascotas. Ten en cuenta que todos estamos pasando por lo mismo y lo que nos apetece son palabras de consuelo y caricias, no gritos ni empujones. Para los animales la cosa es un poco más complicada. Ellos comenzarán a sentir ansiedad cuando el entorno se vuelva impredecible. Cuando las rutinas y las cosas físicas comiencen a cambiar de sitio.
Es preferible que puedan pasar el tiempo que dura la mudanza en un sitio tranquilo (en el caso de los gatos) o en casa de alguien (para los perros)
Para ambas especies, las feromonas son fundamentales para el proceso, para prevenir el estrés y preservar el bienestar animal.
El manejo del estrés es el problema con el que tendremos que lidiar y que necesitaremos trabajar. Hay que hacer lo posible para que no se cronifique y no se convierta en ansiedad. Sus consecuencias y las manera de prevenirlo y tratarlo en relación a la mudanza, las trataremos en la segunda parte del artículo. ¡Nos vemos pronto! Por Rosana Álvarez Bueno.
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Espero que ya os hayáis habituado!! Yo tengo la suerte de ser el desorden personificado, después de tres años parece que sigo de mudanzas, y en todos los sitios me siento como en casa… 😛
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Pues qué suerte! A mí me sientan fatal! 😉
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