Desde mi práctica diaria como veterinaria especializada en Medicina del Comportamiento, me encuentro a menudo con una serie de malentendidos que me gustaría abordar directamente, de colega a colega.

Es habitual escuchar a tutores (e incluso a otros profesionales) referirse a problemas de comportamiento en términos de «dominancia», «liderazgo» o «mal comportamiento». Se les aconseja «disciplinar» al animal o «enseñarle quién manda». Lo que es más preocupante, a veces me remiten casos con la expectativa de que voy a enseñarles a los tutores a ser el «líder de la manada».

Es fundamental que como profesionales de la salud animal nos actualicemos. Estas ideas, basadas en teorías obsoletas y desacreditadas, no solo carecen de base científica, sino que además son perjudiciales para el bienestar de los animales y la relación con sus tutores.


La Medicina del Comportamiento es Medicina, no adiestramiento

La Etología Clínica o Medicina del Comportamiento es una rama de la medicina veterinaria. No es adiestramiento ni una disciplina basada en el control, el castigo o los trucos. Al igual que en cualquier otra especialidad, mi trabajo se basa en un diagnóstico diferencial riguroso.

Nuestro objetivo es identificar la raíz del problema, que puede tener causas emocionales, neurológicas o físicas. El comportamiento no es algo aislado; es un síntoma que nos habla del estado interno del animal. Una vez que la causa es diagnosticada, se establece un plan de tratamiento médico adaptado a cada paciente, que puede incluir terapias de modificación de conducta, enriquecimiento ambiental y, cuando sea necesario, el uso de psicofármacos.

No hay soluciones rápidas ni recetas mágicas. El éxito del tratamiento depende del compromiso, la paciencia y el trabajo conjunto del veterinario, el tutor y otros profesionales implicados. El objetivo final es restaurar el bienestar emocional y mental del animal, tratándolo como un paciente completo, cuya salud comportamental es tan importante como su salud física.


Nuestro papel en la salud integral

Como veterinarios, nuestro papel es ser defensores del bienestar animal. Esto implica reconocer que los problemas de comportamiento son patologías que requieren una aproximación médica, y no una simple cuestión de «disciplina». Derivar a un tutor a un profesional acreditado en etología clínica o medicina del comportamiento es un acto de respeto hacia la profesión y, sobre todo, hacia el paciente.

Este es un llamado a elevar el estándar de cuidado que ofrecemos a nuestros animales, reconociendo que sus problemas de comportamiento son tan importantes como cualquier otra enfermedad.

 

Por Rosana Álvarez Bueno

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