Continuando con el anterior artículo sobre las recomendaciones en cuanto a la castración, haremos una pequeña reflexión sobre cuándo hacerlo y las ventajas e inconvenientes que tiene cada momento.

Como en todo lo que tiene que ver con la ciencia, las corrientes de opinión sobre el tema particular de la castración van cambiando, al mismo tiempo que la ciencia va progresando y se van haciendo estudios en los que se suele comprobar que la corriente, hipótesis o teoría anterior estaba equivocada o era insuficiente.

A esto se une el hecho de que dentro de cada teoría existen diversas interpretaciones y formas de llevarlas a cabo por los clínicos, porque o bien ofrecen flexibilidad a la hora de su realización o bien esta interpretación depende de las circunstancias particulares de cada caso.

Por otro lado, estas circunstancias particulares influyen en gran medida en todo este proceso. Cada perro, propietario y ambiente se debe considerar como único a la hora de emitir unas consideraciones particulares sobre la castración, y se debe tratar independientemente y trasladar esas consideraciones a la información al dueño y a la mesa de quirófano.

Con esto quiero decir que porque su vecina haya esterilizado a su perra no quiere decir que sea bueno también para la suya; usted debe siempre consultar a su veterinario su caso personal, y no hacer interpretaciones particulares sin asesoramiento.

Las tendencias sobre la castración del macho (orquidectomía) y de la hembra (ovariohisterectomía), se han relacionado habitualmente con otras consideraciones o rumores sobre su relación con otros temas, como el consabido de las gestaciones; y otros como las pseudogestaciones, el rumor de que es recomendable que la perra tenga crías al menos una vez para asegurarse su bienestar físico y psicológico, la evitación de patologías subyacentes al aparato reproductor, etc.

Actualmente, y sin referirme ya a creencias pasadas de moda, se sabe que con respecto a prevenir todas las patologías referentes al aparato reproductor tanto del macho como de la hembra (piómetras, tumores o quistes ováricos, problemas de próstata, etc.), es recomendable la cirugía cuanto antes mejor. Las estadísticas hablan de que el mayor porcentaje de prevención se alcanza si se hace antes del primer celo en la hembra, o en el caso del macho antes de que alcance la pubertad (esto dependerá de si es raza pequeña o grande, ya que cuanto más grande es la raza más tardará en llegar a la maduración sexual). De hecho, hoy en día se considera por muchos especialistas, sobre todo provenientes de Estados Unidos, la castración temprana sobre la edad de los 4 meses.

En cuanto al comportamiento, está demostrado que no influye para nada si la castración se hace a una edad temprana o antes de la pubertad, además de que puede ayudar a prevenir algunos problemas dependientes de las hormonas sexuales como por ejemplo la agresividad intrasexual, el marcaje o el vagabundeo.

Por lo tanto y según esto, podríamos decir que lo mejor es hacerlo así, debido a su influencia positiva en lo fisiológico y en lo conductual. Ahora bien, también se sabe que las hormonas sexuales intervienen en el crecimiento y desarrollo del cachorro, por lo que debería ser recomendable dejar pasar la pubertad y esperar a después para la cirugía. El momento correcto para realizarla en las hembras sería el de reposo hormonal, es decir durante el anestro (momento del ciclo estral en que el aparato reproductor descansa y el nivel de progesterona es basal). Si no se sigue esta recomendación, la hembra puede quedar sufriendo pseudogestaciones aún aunque esté esterilizada.

Por supuesto, esas influencias de ambiente que considerábamos antes hay que tenerlas en cuenta. No va a ser lo mismo el caso de una perrita casera de piso, que el de un perro de guarda que vive en el campo. Quizá en alguno de estos casos no sea lo primero a tener en cuenta la teoría científica, sino la urgencia en evitar que a nuestra perra nos la dejen preñada.

Para finalizar, como ya he dicho anteriormente, cada clínico tiene su sistema y su opinión. Como se suele decir, “cada maestrillo tiene su librillo”. Pero siempre considerando el caso clínico que se tiene delante como único.

En mi caso en particular, si no hay ningún condicionante físico o conductual, prefiero dejar que acabe el crecimiento y castrar después de alcanzar la madurez sexual. Aunque el porcentaje de prevención disminuye de esta manera, tampoco lo hace tanto como para no considerarlo.

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