
Ha llegado el verano y con él las vacaciones, así que nos sentíamos obligadas a abordar este tema, que si bien puede no parecer de importancia, lo es, y lo iremos desgranando para que entiendan el porqué.
Cierto es que podemos irnos en cualquier época del año pero quizá sea en verano cuando los viajes son más frecuentes y más largos por nuestra parte lo que nos obliga a tomar determinadas decisiones que afectan a nuestro miembro de cuatro patas. Podemos irnos de vacaciones y llevarnos a nuestra mascota, podemos dejarla en una residencia, con alguien de la familia o de confianza… Hay múltiples opciones pero según la circunstancia será más acertada una u otra.
El perro, como ya hemos comentado en otros artículos, es una especie social y como tal gregaria. Siempre estará mejor viviendo en grupo social (ya sea éste formado por perros o por otros individuos pertenecientes a otras especies). Como animal perteneciente a un grupo, desarrolla conductas afiliativas para mantener a los miembros del grupo unidos. El comportamiento afiliativo del perro hacia el humano refleja la existencia de apego. El apego es la atracción duradera hacia una figura de referencia, y la figura de referencia proporciona protección, representa una “base segura” y la separación de la base segura provoca estrés (Miklosi, 2007).
En presencia de la base segura, el perro se sentirá tranquilo para mostrar conductas exploratorias, de juego y de contacto social. Al separarse de ella, estas conductas se verán inhibidas.
La primera base segura que existe para un cachorro es su madre. Conforme el cachorro crece y se desteta, la base segura se va transfiriendo de la madre hacia otros miembros del grupo y hacia el entorno. De esta manera se establece el concepto de “homeostasis sensorial”. Así, el propietario, en entorno físico y el entorno social, constituyen las bases seguras para un perro en homeostasis sensorial. Si ocurre algo que haga que el perro pierda uno de esos anclajes, ocurrirá un fenómeno de estrés, que podrá se más o menos grave o duradero dependiendo de cuántos elementos pierda, de si se encontraba en homeostasis sensorial, de la genética del individuo, de la socialización y cría, del temperamento, etc.
Con toda esta teoría que les acabamos de explicar queremos que entiendan lo que supone para un perro irse de «vacaciones». Como han leído arriba, si tenemos un compañero desde cachorro, equilibrado, criado con su madre y hermanos, separado en el momento oportuno, con una correcta socialización, habituado a cambios de ambiente, al coche, a moverse etc, sufrirá probablemente menos estrés que, por ejemplo, un animal que no haya salido tenido contacto con el exterior en 6 meses desde su nacimiento, o un perro que adoptamos sin saber nada de su pasado.
Debemos siempre tener en cuenta el estado del animal, si como bien hemos dicho, es un perro acostumbrado desde su infancia a salir de viaje con sus dueños, probablemente esté mejor junto a ellos en cualquier casa u hotel de vacaciones que en una residencia. Otra cosa que deberían hacer los dueños si pretenden seguir yendo de vacaciones sin mascota, es que la residencia canina forme parte de esa base segura, ¿cómo hacerlo?, pues como con todo lo demás, con un proceso de habituación progresiva, el perro/gato desde cachorro deberá ir a la residencia, al principio sólo a pasar allí un ratito paseando por las instalaciones, más tarde se quedará un día, después dos… Con lo que si en algún momento debemos dejarlo no supondrá una fuente excesiva de estrés
Sin embargo si tenemos dos perros y son la base segura el uno del otro, puede que una residencia sea una buena alternativa. Otra opción, en el caso de perros que por motivos ajenos a nosotros, no hayan podido tener una correcta socialización y habituación a las salidas, viajes etc, es como hemos comentado antes, que alguien se quede con ellos en su domicilio. De esta forma, aún no estando el propietario, al menos estarán en su hogar, que forma parte de su base segura.
Esto que hablamos puede aplicarse siempre a perros, pero, teniendo en cuenta que son pocos los propietarios que acostumbran a sus gatos a salidas habituales y cambios de entorno, en el caso de los felinos siempre se recomienda dejarlos en sus casas y que sea algún familiar y/o conocido el que vaya a la vivienda a vigilarle, alimentarle y jugar con él, ya que para los gatos, el territorio conocido es lo que les aporta seguridad.
Les hemos dado muchas opciones, y ustedes se preguntarán ¿entonces, cuál es la mejor?, y la respuesta, como en tantas otras ocasiones es la misma, depende siempre del individuo. Si lo trasladamos al universo humano, a todos no nos afectan de la misma manera las vacaciones, hay personas que se adaptan rápidamente a la nueva estancia, que no tienen problemas con los cambios de horario, hay quien prefiere un hotel, y otros eligen la privacidad de un apartamento, etc, sin embargo hay individuos que presentan problemas de adaptación a todas esas nuevas normas y necesitará de unos días para que formen parte de su rutina, lo que en ocasiones, y dependiendo de la persona, ocurre casi cuando las vacaciones están acabando. Pues piensen que en el caso de los perros ocurre algo muy, muy parecido y que somos nosotros, dueños y profesionales, los que debemos echarles una mano para hacer que las vacaciones sean precisamente eso para toda la familia.
Por María Garrido Lázaro
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Felicidades por este artículo, deberían leerlo muchos propietarios de perros para entender que es lo mejor que puede asumir su mascota ante una «salida de vacaciones». Nosotros viajamos con dos perras muy dependientes y donde mejor están es a nuestro lado. Saludos a los amantes de los animales
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Muchas gracias por vuestra opinión. Un saludo. 🙂
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