Y hoy nuestro artículo versa sobre este tema porque es algo que vemos todos los días en nuestro trabajo. No sólo vemos competitividad dentro del colectivo veterinario, sino también en otros colectivos que nos competen, como los adiestradores y educadores.
Y digo yo… nuestro cometido final ¿no es garantizar el bienestar de las mascotas?… ¿O es que no es así? Porque si alguien piensa lo contrario, «apaga y vámonos». Y es que todo el mundo necesitamos ganar dinero, pero ¿a qué precio? ¿Al precio de sacrificar el bienestar de nuestras mascotas? Porque eso es mucho precio, y quienes lo pagan son los perros y los gatos.
¿Qué trabajo cuesta hacerlo bien? ¿No ves la gratificación inmediata? Bueno, pero la verás en que tu cliente volverá a pedirte consejo cuando lo necesite, y te redundará en que irá a tu centro a vacunarlo o a comprarte una correa. ¿No estaríamos todos más contentos?
Con lo bonito que sería que trabajáramos todos juntos y en armonía, y lo felices que serían los peludos. Hoy estoy reivindicativa porque estoy bastante harta. Harta de ver cómo sufren los animales por malas praxis de distintos profesionales. De ver cómo perros y gatos sufren porque alguien no es capaz de reconocer que no sabe o no puede y derivar a quien sí lo hace. Harta de tener que llegar tarde a tratamientos de modificación de conducta porque antes han pasado por ese perro no sé cuántos «profesionales». Me váis a perdonar, pero se puede hacer mucho mejor. Y haciéndolo mejor podemos tener hueco los veterinarios, los veterinarios especialistas y los adiestradores o educadores.
Esto es así señores, existen unos protocolos, unas buenas formas de hacer las cosas, un saber ser y estar… Y nada está reñido con la profesionalidad, el ganar dinero y el garantizar el bienestar de los que se supone que nos importan.
Perdonadme mi discursito de hoy, pero creo que era necesario. Quien tenga preguntas que las haga, que se las responderé con gusto. Pero por favor, cada uno que ocupe su lugar y sepa ser el profesional que se le supone que es.
Por Rosana Álvarez Bueno.