El agility es un deporte genial, que engancha y que aparte de ser muy divertido es muy beneficioso para crear y fortalecer el vínculo con tu perro, ya que a través de la conducción por la pista, tiene que haber comunicación fluida entre perro y guía durante todo el recorrido.
Además de ser un deporte y una actividad para practicar con tu perro (como cuando tú vas al gimnasio o sales a tomar algo), además de constituir una diversión, también puede formar parte del tratamiento de un problema de comportamiento. Estos tratamientos son siempre multimodales y se componen de intervenciones en diversos aspectos de la vida y rutina del perro, del entorno, de la educación, de su aprendizaje y de su conducta.
De esta manera, el agility puede formar parte, como otros deportes y actividades, de un programa de enriquecimiento ambiental (físico y mental), ayudando a perros y dueños a fomentar, fortalecer y estructurar el vínculo mutuo; canalizando el aprendizaje y la capacidad de gestión del estrés, la seguridad y el control de impulsos, así como la coordinación motora; y contribuyendo a la socialización de perros y dueños.
Pero para llegar a eso, hay que entrenar y trabajar de manera lenta y progresiva, siempre bajo las indicaciones de buenos profesionales formados (etólogo veterinario y educador canino) y con las medidas de seguridad necesarias. (Ver artículo 10 consejos básicos para hacer agility)
El problema lo tenemos cuando estas actividades se llevan a cabo sin control, sin asesoramiento y sin formación.
Últimamente se pueden ver en los parques caninos instalaciones con diferentes obstáculos de agility, a modo de parque infantil, para que los propietarios puedan practicar este deporte.
A la pregunta de ¿se debe usar este tipo de instalación para hacer agility?, la respuesta es no. Y es no porque estas instalaciones están hechas sin asesoramiento y sin control de la actividad que se practica por los propietarios y sus perros, ni de la cantidad de los mismos que las usan a la vez, ni de su comportamiento.
Desde nuestro punto de vista como profesionales del mundo canino, de la educación y del deporte y de la especialidad del comportamiento, y como agilitistas, no recomendamos los obstáculos de los parques caninos por varias razones que exponemos a continuación:
- Los obstáculos como los saltos están fijos y a una misma altura. En una verdadera pista de agility eso jamás ocurre. Los palos horizontales se deben caer con el roce, porque si se golpean se pueden hacer muchísimo daño.
- Cada perro, según su tamaño, tiene una altura diferente de salto y podemos provocar torceduras y problemas articulares si no lo hacemos correctamente.
- Pasarela y balancín resbaladizo, perros que suben a ellos sin control o propietarios que suben a perros que tienen miedos y son obligados a llegar a alturas que de otra forma habría que trabajar de manera progresiva. Sin contar que si llevan correa, un mal paso puede producir un tirón accidental del cuello. En un entrenamiento de agility no se usa nunca correa.
- El slalom es un obstáculo que hay que trabajar cuando el perro esté bien desarrollado, al igual que los saltos, porque el zigzagueo forzado puede provocar lesiones en columna vertebral.
- También podemos ver elementos como la rueda, que si no se enseña bien, tiene muchos huecos por los que el perro puede pasar y quedarse encajado y hacerse mucho daño o asustarse.
- Y los túneles… Túneles que en los parque caninos son rígidos, duros y resbaladizos, con lo que si ya los de agility hay que trabajarlos de manera progresiva y enseñando al perro a entrar bien y a no sentir miedo dentro, imaginate el desastre en un parque canino entrando varios perros a la vez, a alta velocidad por los juegos de persecución, cada uno por una boca; pueden chocar dentro, resbalarse y producirse un desenlace fatal.
- Perros que corren sin control y que chocan con los obstáculos, provocando lesiones y conflictos entre ellos.
- En la mayoría de las ocasiones, las dimensiones del parque canino son pequeñas para albergar una pista de agility y además perros corriendo y jugando.
- La distancia entre un obstáculo y otro es insuficiente, por lo que el perro no dispone del tiempo necesario para preparar los movimientos de uno a otro. Esto puede conllevar lesiones por golpes o giros y sustos innecesarios.
- Y no hay que olvidar la dureza y el mal estado en que se encuentra en terreno por la falta de mantenimiento y el uso reiterado de muchos perros al cabo del día. Para hacer agility adecuadamente el terreno tiene que amortiguar el impacto de los saltos, además de no existir desniveles ni agujeros. Fíjate en las pistas donde entrenan y saltan caballos.
- Otros detalles como sombras o mala visibilidad de los obstáculos también pueden provocar accidentes.
- Si nos vamos al plano conductual, el agility es una actividad que debe estar exenta de estrés, tensiones, miedos y asociaciones negativas, ni con el entrenador, ni con el propietario, ni con el entorno. Y obviamente todo esto no se consigue practicándolo a demanda en un parque canino.
La falta de asesoramiento, por tanto, solo lleva a fomentar los problemas, no solo físicos, sino conductuales.
Ocupar una zona que debería estar libre para que los perros puedan correr, jugar y olfatear con unos obstáculos, que además son dañinos, es un sinsentido. Los parques caninos no son para hacer agility.
Deporte siempre…Sí, pero con cabeza.
Por Pilar Pérez y Rosana Álvarez.
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Solución? Una persona cualificada encargada del parque, un puesto de trabajo más.
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Gracias por su comentario Antonio. Efectivamente eso sería una posibilidad. Pero dudamos que los responsables accedieran.
Saludo,
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Éstas iniciativas sólo traerán problemas a los perros, siempre he estado en contra de poner obstáculos en parques.
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Una persona cualificada no trabajaría con la mayoría de los obstáculos que ofrecen estos parques..estos están hechos para la lucidez y no para la seguridad y menos aún para un aprendizaje seguro.