Los trastornos compulsivos, también llamados estereotipias, son secuencias de movimientos invariables y repetidas y sin ninguna función aparente.
Esta definición es complicada de entender y quizás con un ejemplo se ilustra mejor. ¿Han visto alguna vez a su perro dando vueltas sobre sí mismos, o intentar cazar su propia cola, lamer el aire o perseguir sombras, chupar repetidamente una zona de su cuerpo o andar en círculos? Todos estos son comportamientos compulsivos.

¿Cómo se originan? Cómo todos los problemas de comportamiento pueden tener un origen orgánico. Como ejemplo tendríamos problemas neurológicos, problemas dermatológicos, dolor, etc. Aunque es raro siempre hay que descartarlo con el veterinario.
Lo más usual es que un trastorno compulsivo esté causado por una situación de estrés, conflicto o frustración. En una palabra, una situación en la que el animal no tenga control sobre sí mismo o no sepa qué hacer. En este momento se origina una conducta distinta que da salida al problema del animal, como escarbar, dar vueltas sobre sí mismo o cazar un bicho inexistente. Esta conducta se denomina conducta de desplazamiento. Por lo tanto la próxima vez que se encuentre en una situación similar, el animal elegirá esa conducta como estrategia exitosa, de manera que se va perpetuando y generalizando. Hasta el punto incluso de emanciparse, es decir, de realizarse en cualquier momento sin tener relación con la situación que la desencadenó, convirtiéndose en una verdadera conducta compulsiva.
Otro factor que hace que una conducta de este tipo se repita es el refuerzo del propietario, al que le hace gracia o intenta tranquilizar al animal o incluso regañarle, con lo que presta atención al animal en ese justo momento, reforzando la conducta.
Las conductas compulsivas son muy frecuentes en animales que carecen de estimulación, tanto física como cognitiva, y también en aquellos a los que les falta consistencia y coherencia en su educación.
¿Qué podemos hacer para evitarlas? Una socialización adecuada, ejercicio físico y mental, exposición a distintos ambientes y situaciones y educación asesorada por un especialista. Y sobre todo, saber actuar a tiempo cuando se presenten acudiendo a un especialista en conducta, ya que el tiempo que llevan manifestándose es un factor en contra en el tratamiento.

Por Rosana Álvarez Bueno.

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