Creo que muy pocas personas tienen la suerte de trabajar en algo que les gusta y les llena, y hoy puedo decir que pertenezco a ese grupo de afortunados. Soy afortunada no porque siempre salgan las cosas bien, ni porque todos los días acaben con una sonrisa, sino porque puedo influir en la vida de otras personas y de sus animales… Y eso, aunque no acabe bien, te llena al final del día.
Un día como hoy podría ser un ejemplo de cómo buenas y malas sensaciones en el trabajo se mezclan, aunque también es ejemplo de satisfacción personal y profesional. Tenemos clientes como Teresa, con su perro Pipo (foto de arriba), que son un ejemplo de superación y de compromiso, y a los que hoy hemos dado el alta. Y no les he dado el alta porque Pipo esté «curado», absolutamente no, sino porque Teresa y Pipo ya están compenetrados, son capaces de entenderse uno a otro, y seguirán trabajando día a día para superar su problema.
Tenemos también otro ejemplo de compromiso: Gema con su perra Lola (foto de abajo). Gema ha pagado mi desplazamiento a Granada, porque le interesaba muchísimo poder ayudar a Lola con su problema. Una actitud que hay que alabar hoy en día, con la que está cayendo. Esperamos que nuestra visita les sirva de mucho y que sigamos en contacto para continuar lo que Lola ya ha empezado a aprender (en la foto la vemos sentada en su camita, algo que ha aprendido en 5 minutos).
El toque amargo del día lo ha puesto otra familia en la que desgraciadamente el nivel de compromiso no ha llegado hasta ese punto. Probablemente su perro será reubicado. Esperamos que tenga mucha suerte.
Resultado de la balanza del día: positivo. Pesan más las buenas sensaciones que las malas. Porque incluso en el lado más amargo hemos puesto nuestro granito de arena para ayudarles a decidir la mejor opción para su perro, siempre la basada en su bienestar.
Por Rosana Álvarez Bueno
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Interesante reflexión, creo que nos sirve a todos. Gracias.
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Gracias a ti por leerlo 🙂
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